mercoledì 1 settembre 2010

Tango

Tango





Como en intersticios funestos, compadres maliciosos en los sollozos, tus calles me acongojan, ciudad maleva de sangre canyengue, en tu tango vulgar balbucea mi viejo recuerdos hoy míos, pasillos oscuros y tardes rojizas de cafés amargos y fútbol omnipresente. Te bailo tango en el recuerdo esquivo del desarraigo, en olvidarte, mi nueva meta me resigno. Melodía del macho triste, llorón de puerto, cabrio de esquina, rufián de bares, corazón dulce, guerrero herido de distancias, soledad en mares lejanos, quien pudiera como en tus cultores inmortalizar la emoción del siempre evocarte, en un tarareo, un silbido modesto entre trenes pulcros de idiosincrasias distantes y emociones prescindibles. Si llorando te retengo, oídos y retinas cautivos, lloro entonces en hombría, porque con tu notas te llevaste cómplice mis días de vida, mujer, amigos y estima. Se que volverás, malevo, altanero a mi ventana de niebla y frío, camuflado en sonido rasposo de una radio de antaño, en un mueble viejo, en la imagen lastimera de lo viejo.
En el manojo de adoquines te espero, para cantar abrazados las penas, para ahogar en el vino amargo las desdichas y desamores, para exorcizarte, para acallar de una vez por todas la agonía de saberte distante, no saberla mía, para mitigar en baile la desilusión del olvido. Así pues, mirar las estrellas, ya no será lo mismo y compartir el mismísimo firmamento no me será de tormento… nunca mas.

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