giovedì 14 ottobre 2010

REC

No se de las bondades de sueños confortables, ni del regocijo de la apatía producida por el conformismo, no se del amortiguarse en la distancia y el olvido, se, sí, que la ausencia se ensancha en nuestras vidas al paso de los años, se que los vacíos de los faltantes incrementan la conformación de los archipiélagos, que serán menores y que abatidos finalmente se cubrirán de agua como nosotros. En ese trajín de desamores con la vida y la muerte, en ese eterno peregrinar de lamentos, radica la fortaleza del recuerdo, la eternización del alma, la materialización de esa loca y egocéntrica esperanza en la inmortalidad, que irónicamente se alcanza solo con la memoria de quienes, cuando ausentes, nos recuerden.

Rememoro entonces, gestos, expresiones felices, particularidades minúsculas y construyo con ellos la belleza de la presencia efímera, estimulo la sensación de la compañía y me honro con el haberme sabido a su lado. Hoy nuestros seres queridos no están, viven en nosotros cobijados del dolor y sufrimientos de cualquier forma redentores, para que un día, un momento en la memoria colectiva fluya en el recuerdo la inmortalidad. Hoy nos queda solo recordar.


LKMV

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